Entre suaves colinas y valles fértiles, Sariego se esconde como un remanso de paz en el corazón de la comarca de la sidra. Este pequeño concejo, de arraigada tradición agrícola, ha sabido conservar la esencia de la Asturias rural, donde la vida fluye al compás de las estaciones y el trabajo en la tierra. Sus iglesias románicas, sus prados infinitos y sus hórreos centenarios son testigos de un pasado que sigue vivo en cada aldea. En Sariego, la hospitalidad de sus gentes y la belleza de su entorno nos recuerdan que, en los rincones más serenos de Asturias, la historia y la tradición siguen latiendo con fuerza.
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